Cómo hacer o romper tu relación

24.05.2015 15:23

Es perfectamente natural en todas las relaciones tener elementos de conflicto y de compromiso. Esto es porque cada individuo tiene sus propias y únicas necesidades, creencias, y perspectivas de la vida.

Este conflicto refleja una lucha inherente por el poder. Cada partido tiene sus propias expectativas que quieren cumplir, y al entrar en conflicto con las de la otra persona, la lucha se hace evidente. Por desgracia, la volatilidad y otras expresiones conductuales extremas, como la violencia verbal, emocional y física, también pueden surgir a través de esta lucha.

Todas las relaciones, incluyendo aquellas con niveles graves de abuso, tienen este elemento en común: una batalla permanente por el control.

Este elemento es una división de poder que, por ejemplo, es un ingrediente obligatorio en una relación entre padre e hijo. Naturalmente esto comienza a muy temprana edad, a través del combate por implementar tácticas disciplinarias. Aun así, a pesar de que las reglas son importantes para guiar a un niño a través de su desarrollo a medida que crecen y se convierten en adultos independientes, el desequilibrio de poder debe igualarse para que una verdadera amistad pueda comenzar a formarse.

Si esto ocurre, la orientación de los padres en realidad podría ser respetada, aceptada y buscada por el niño.

Cualquier lucha por el poder entre dos partes, contiene inherentemente argumentos sobre quién tiene la razón, y quién está equivocado. Esta lucha es sobre diferentes asuntos de interés para cada persona. Dependiendo de la comunicación y otras habilidades de los miembros del equipo, esta lucha puede manifestarse de cualquier manera, sutil o excesiva.

Por ejemplo, si una de las partes se niega a hacer un sacrificio, y luego sobreviene una pelea, esta lucha podría ser un grave grito para obtener  el control, ser simplemente un juego, o un baile verbal para resolver el problema, todo esto será determinado por la madurez y la sofisticación de cada uno de los socios. Lamentablemente, este enfrentamiento a menudo se manifiesta como un abuso.

Una abusiva lucha de poder

* Nota: En este punto hay que destacar, que existen algunos hombres y mujeres que son peligrosamente abusivos sobre todo físicamente, hacia su pareja. Se recomienda que busques la protección social y la orientación profesional, si te encuentras en una relación de esta naturaleza, y no la puedes manejar por ti mismo.

No tiene sentido engañarnos a nosotros mismos, abuso es abuso, sin importar si es mínimo e inconsistente, o excesivo y continuo. Puede que sea una forma de abuso considerado bajo, o en la mitad final de la escala, tal como insultos, manipulación emocional, control de las actividades, etc., o en el extremo superior, como la violencia física.

Con esto en mente, es importante reconocer que básicamente, todas las relaciones entre parejas, o entre los padres y sus hijos, han tenido momentos de  abuso. Este abuso puede haber sido grave, como el continuo abuso verbal y emocional, o pueden haber sido sólo unos cuantos incidentes donde ocurrió una conducta viciosa temporal.

La conducta abusiva puede aumentar a veces en una relación, a tal punto, que si va en paralelo con un desequilibrio de poder, es considerada violencia doméstica (VD), o Violencia Familiar (VF). De aquí en adelante me limitaré a referirme a esta dinámica como VD. Si el poder es todavía, de alguna forma equilibrado entre dos personas, aunque haya serias conductas abusivas empleadas por ambas partes para controlarse el uno al otro, entonces esto técnicamente continua siendo una relación de VD, que es poco saludable, disfuncional y peligrosa.

VD es un concepto social y jurídico que, en el sentido más amplio, se refiere a las conductas abusivas y controladoras que tienen lugar, entre las personas de una relación íntima. VD incluye mucho más que sólo el abuso físico; este se caracteriza también por otras formas de violencia, como la violencia verbal, emocional, psicológica, sexual y económica. Esencialmente, una relación sin abuso físico, todavía puede ser considerada como violencia doméstica.

Estas formas de conducta, se pueden implementar con el propósito de provocar un desequilibrio de poder dentro de la relación, de manera que se está estableciendo  y manteniendo un control primario por una de las partes. Sin embargo, un error común en la VD es pensar, que hay solo un agresor y una víctima. Esto es definitivamente cierto para algunas personas, tanto mujeres como hombres, pero si ha habido una lucha de poder, en la que ambas partes han participado en las tácticas de control violentas, entonces en la relación ambos son perpetradores y víctimas.

Esto no quiere decir que la VD potencialmente mortal empleada por un hombre, no es una realidad para algunas mujeres. Obviamente muchas mujeres mueren a causa de VD cada año, y como sociedad tenemos que tomar acciones para asegurarnos  de evitarlo. Esto sería considerado el extremo de la VD, y suele ser el enfoque principal en titulares de noticias, e incluso de investigación más académica.

La realidad es, sin embargo, que el abuso y la VD, en su rango más bajo es mucho más común, especialmente en las llamadas relaciones “normales”. Estos compromisos son también más propensos a que ambas partes cometan diversas formas de violencia y abuso.

No siempre, la salud mental puede jugar un papel importante en las relaciones abusivas. Los diagnósticos tales como el trastorno límite de la personalidad (TLP), la ansiedad, la depresión, los trastornos de estrés postraumático (TEPT), la esquizofrenia, y los trastornos de hiperactividad con déficit de atención (TDAH), entre muchos otros, pueden influir en la conducta abusiva y peligrosa que ocurre en algunas relaciones.

Pero no todas las conductas maliciosas pueden atribuirse a problemas de salud mental.

Como un profesional que desarma la realidad del conflicto en una relación, se ha vuelto cada vez más difícil utilizar simplemente la dicotomía agresor / víctima, por la coerción y control de poder, así como el abuso, que se ha utilizado en diferentes niveles por ambos miembros. Esto no solo ocurre con frecuencia entre las parejas, sino también entre padres e hijos.

La mayor parte de las relaciones que en medidas no están en un extremo de abuso, como se describe arriba, pero han contenido acciones desagradables y excepcionalmente poco saludables, por ambas partes. Por lo general, han querido superar estos problemas y encontrar una relación de paz, pero no tienen las habilidades y conocimientos para hacerlo. Gran parte del tiempo se dedica a este punto, simplemente debido a la falta de habilidades de comunicación, de escuchar y herramientas de validación, así como un déficit en la empatía.

En cualquier caso, si las dos partes están trabajando para lograr la meta de superar una lucha de poder seria, o una relación altamente disfuncional, entonces lo que necesitan realmente es asumir la responsabilidad de sus acciones abusivas. En lugar de seguir culpándose el uno al otro por lo que está mal en la relación, un comportamiento al que me refiero como blamista, ellos tienen que aceptar sus propios errores y trabajar juntos como un equipo igualitario.

Asumiendo las responsabilidades de las conductas abusivas

En muchos sentidos, la dinámica del poder y el control en la sociedad, se aprenden desde una temprana edad, como en el patio de la escuela, en el aula, a través de la implementación de la ley, y mediante técnicas por parte de los padres.

Todos debemos ser conscientes, que disciplinar a los niños puede tener graves impactos emocionales y psicológicos si se aplica de manera inapropiada, en exceso y sin un apoyo emocional adecuado. Las tácticas de control que los padres emplean también pueden incluir prácticas que se consideran aspectos de la VD, como el abuso verbal, físico y emocional, el chantaje, el castigo excesivo, etc., así como las prácticas autoritarias que exigen las expectativas poco realistas, promueven el sufrimiento y dan lugar a la rebelión y a la guerra de comportamiento.

La realidad es que estas son, todas las prácticas abusivas que pueden ser parte de la VD en adultos, y en relaciones padre e hijo. Si cada parte no toma responsabilidad por estas acciones, y por lo tanto no pretenden evolucionar en cualquier futuro conflicto que surja, entonces la relación en general será más disfuncional y menos saludable.

Independientemente de si hemos “ganado” una lucha de poder o no, o ejercido tácticas extremadamente abusivas o no, todos tenemos que asumir la responsabilidad de nuestra mala conducta para recuperar la salud de la relación.

Tenemos que aceptar que a través de nuestro esfuerzo por ser victoriosos en las batallas individuales o en la guerra en general, en ocasiones estuvimos propensos a tomar decisiones abusivas. En aras de la validación de la experiencia y los sentimientos de otras personas, que es la validación exacta que debemos agradecer porque es la que nos permite sanar, siempre debemos reconocer nuestra participación abusiva cuando enfrentamos una lucha por el poder.

Tenemos que hacernos las preguntas difíciles y enfrentar las verdaderas respuestas. Por ejemplo, ¿hemos gritado alguna vez excesivamente a nuestra pareja o niño? ¿Qué pasa con manipular abusivamente sus emociones para conseguir lo que queremos? ¿Nos imponemos expectativas poco realistas sobre nuestro ser querido, a expensas de la salud de las relaciones? ¿Es esa la manera en que podemos lograr nuestros objetivos viciosos?

Si es así, entonces tenemos que asumir la responsabilidad de esas acciones, independientemente del abuso del que seamos culpables. Es esencial que ambas partes lo hagan porque es la única manera de reforzar la camaradería y la solidaridad, así la relación puede sanar y crecer.

La superación de la lucha por el poder

Para superar la lucha de poder, debemos considerarnos a nosotros mismos como parte de un equipo. Parte de este reconocimiento es que a veces como miembro del equipo, tenemos que sacrificar nuestras propias necesidades, por las necesidades de nuestros seres queridos. Esto se llama compromiso.

Por ejemplo, ¿hay formas en las que los dos pudiésemos movernos y encontrarnos en el medio? Si no es así, ¿su compañero se ha dado por vencido y  ha dejado de lado sus necesidades previamente, por lo que, nos toca a nosotros hacer un sacrificio? ¿Estamos realmente escuchándolos a ellos y validando su experiencia? ¿Son nuestras necesidades y expectativas realmente realistas? ¿Estamos simplemente pidiendo demasiado? ¿Incluso si son justas sus peticiones, su compañero o su niño tienen una solicitud igualmente justa?¿O tal vez su solicitud no sea justa, pero es una batalla que no vale la pena luchar esta vez, porque no significa nada en el gran esquema de las cosas?

Son estas las preguntas que tenemos que hacernos a nosotros mismos, en la gestión de la lucha de poder en nuestras relaciones. También podríamos tener una mayor comprensión intelectual del tema en cuestión, pero aun así, si invocamos el conflicto y el abuso excesivo en nuestro enfoque, o entregamos nuestro mensaje de una manera pobre e insana, ¿estamos realmente consientes sobre este asunto?

Para mejorar la gestión de la lucha de poder, lo que sigue es un modelo de cinco pasos para superar el conflicto y lograr la armonía en una relación:

  1. Acepto que cada compañero de equipo y sus necesidades son igualmente importantes, para que el respeto pueda ser establecido.
  2. Asegúrese de que cada parte asuma la responsabilidad de sus previas conductas abusivas, incluyendo la validación de cada una de las experiencias, pensamientos y sentimientos.
  3. Identifique claramente que actualmente existen conflictos y desequilibrios de poder.
  4. Comuníquense juntos como un equipo y hagan sacrificios individuales,o cedan en cuestiones que son importantes para cada parte.
  5. Si hay algunos aspectos en los que es necesario estar de acuerdo o en desacuerdo, háganlo, y luego implementen lo necesario para que las cosas cambien de verdad.

Pensamientos finales en una íntima lucha de poder

La fase de la luna de miel de una relación íntima se caracteriza por el cortejo, la atracción, el romance y la lujuria. Luego de esta unión, las diferencias entre las dos personas se hacen más evidentes. Se producen contrastes filosóficos y de comportamiento. Una brecha comienza a tener lugar, que en las primeras instancias es indicativa de si podemos ver un potencial de futuro a largo plazo, con esa persona.

Una vez que hemos pasado a través del aprendizaje inicial el uno del otro, y luego comenzamos a aceptar las compatibilidades e incompatibilidades de la unión,  se producirá una probable lucha de poder. Como se explicó anteriormente, puede ser muy sutil y apenas reconocible, o podría ser extremadamente potente y volátil; esto dependerá de las habilidades, madurez y naturaleza de cada parte.

La gestión de la lucha consiste en hacernos algunas preguntas de empoderamiento: ¿qué podemos ayudarles a comprender acerca de sí mismos y de nosotros mismos? ¿Hay ciertas cosas que son importantes para nosotros y no negociables, pero que es negociable? ¿Qué debemos ignorar absolutamente? ¿Cómo podemos hacer que ellos reconozcan  y acepten cuáles son nuestras necesidades? ¿Cómo podemos hacer lo mismo por ellos?

Ya sea consciente o inconscientemente, todos nos hacemos estas preguntas, por lo que es importante para nosotros saber si estamos proyectando expectativas justas y realistas a nuestra pareja o no. Cuanto más conscientes nos volvemos de estas cuestiones, mejor. Para ello, tenemos que investigar tan profundamente como podamos. ¿Cómo podemos siquiera reconocer que estamos en una lucha por el poder sobre ciertos temas?  ¿Estamos luchando por algo que simplemente no vale la pena? ¿Tenemos derecho a imponer el poder que buscamos?

Cuando comenzamos la fase inicial en la que se desarrolla una división de poder, fijamos la escena de cómo resolver los conflictos que inevitablemente se originaran. Es importante destacar que tenemos que ser conscientes de nuestra experiencia personal, así como del trauma de relaciones pasadas, porque va a colarse si le damos la oportunidad. El desarrollo de las técnicas de comunicación clara y tranquila en la etapa temprana es la clave.

En cualquier caso, no importa el tiempo de nuestra relación, si hemos creado una plantilla abusiva e indeseable por nuestros enfrentamientos y argumentos, en lugar de sólo acciones de debate razonable, entonces es de interés mayor para ambas partes volveral principio y refrescar cómo nos comunicamos con los demás.

Después de todo, cómo manejemos la lucha por el poder, es un proceso de relación totalmente natural, podemos hacer o romper la relación.